Respeto ninguno. Y así va esta sociedad. En lugar de avanzar, vamos seguramente hacia atrás con el paso de los años. En la calle no hay empatía, educación, civismo o respeto, pero sí muchas prisas, mucha arrogancia, mucha envidia, mucha propensión a enfadarnos enseguida a la más mínima y ninguna predisposición a pedir perdón si nos hemos equivocado: preferimos anteponer el orgullo y la polla encima, antes que pararnos a pensar y mostrar algún gesto conciliador. Así vamos por la calle, nos creemos más y por encima de los demás, como si todo el mundo nos tuviera que besar el culo. Se ven pocas excepciones que son precisamente las que confirman esta regla.