Miedo. Yo es lo que sentí, miedo por que me dejaran irme desde el concesionario solo con el coche a una jungla urbana en la que todos querían arañármelo y abollármelo, pensando en que no me había enterado de nada de lo que el comercial me había explicado, convencido de que en qué hora me había comprado yo ese coche con el que nunca me iba a entender por que no iba a ser capaz de manejarlo, me sentía incapaz de procesar cada pitido, cada lucecita, no tenía ni idea de manejar esos sistemas de seguridad tan sofisticados... Miedo de haberme equivocado.
Claro, al día siguiente toda esa sensación se había desvanecido y ya estaba, manual en mano, toqueteándolo todo y yendo hasta a pasear al perro en el C-HR
Bueno, a estas horas ya estarás deleitándote con la suavidad del volante y las curvas sinuosas de la musculación de tu nave