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Forero Habitual
En otro hilo apareció la cuestión del uso del hidrógeno en los coches y me vino a la mente la duda de: si tan pocos defectos tiene el hidrógeno, ¿por qué estamos con las baterías de litio, autonomías y cargadores en lugar de pensar en coches que funcionen con hidrógeno? Como sabía que iba a venir por mi ciudad uno de los mayores expertos a nivel nacional en el campo del hidrógeno, prometí trasladarle la cuestión, así que lo prometido es deuda. Me ayudó a entender mucho más la situación y arrojó luz a muchas cuestiones que creo que nos pueden interesar a todos. A continuación, expongo en modo ladrillo lo que hablamos.
Antes de hablar con él mis principales preocupaciones sobre el coche eléctrico eran dos: la evolución de las baterías y la capacidad de la red para abastecer a un parque móvil totalmente eléctrico. Por lo que hablamos no iba desencaminado.
Llenar la batería de un coche eléctrico lleva mucho tiempo. Lo ideal es que todos pudiéramos disponer de un enchufe en casa donde conectar el coche por la noche y recargarlo. El problema es que en España entre el 70 y 80% de los coches duermen en la calle, de modo que como no tiremos un alargador desde el balcón vamos mal para dejarlo enchufado por las noches. Otros países europeos no sufren tanto este problema porque no hay tanta vivienda vertical. Esto significa que los españoles debemos recurrir más a recargar el coche fuera de casa, lo que implica menos tiempo y, por tanto, cargas rápidas. Ahí vienen los problemas.
Por un lado, las cargas rápidas cada vez son más rápidas. El problema es que para que sean más rápidas necesitan más energía y como siempre se pierde algo en forma de calor, al final hay que pensar en sistemas de refrigeración para las baterías, ya que a más energía más calor. Además, las baterías se degradan con facilidad si reciben continuamente cargas rápidas.
Otro problema es la energía necesaria para una carga rápida. En este contexto la demanda de energía es muy alta y, si hay muchos coches, quiere decir que necesitamos poder cubrir una demanda energética muy alta. El problema está en la dificultad de predecir cuándo se van a cargar los coches. Todo esto puede generar picos de consumo en la red eléctrica que la desestabilicen.
Entonces, ¿por qué no utilizamos hidrógeno?
En el hidrógeno contamos con un depósito a alta presión que se rellena en unos minutos, así que nos ahorramos el problema de las baterías. El problema del hidrógeno es que se calienta al llenar el depósito, de ahí que se tarde unos minutos en recargar el tanque ya que hay que controlar la presión a la que sale. O al menos, eso entendí yo.
En otros países va cobrando protagonismo el hidrógeno, pero en España, como siempre, todo llega tarde y mal. Un ejemplo es que Alemania cuenta con alrededor de 50 estaciones de recarga de hidrógeno en funcionamiento, y Japón tiene ya unas 100 estaciones. En España hay 5, todas desactualizadas y una de ellas directamente abandonada.
Como curiosidad, este investigador me comentaba que en España solo hay 2 coches de hidrógeno. Uno de ellos lo tiene un centro de investigación no sé si me dijo de Las Rozas y tienen bastantes problemas para recargar hidrógeno. El campo del hidrógeno ha avanzado bastante en los últimos tiempos, de modo que la presión a la que se almacena el combustible en el tanque ha crecido mucho. Como las estaciones de recarga españolas están desactualizadas eran incapaces de trabajar con las presiones de los nuevos tanques, así que apenas podían cargar una pequeña cantidad de hidrógeno en los tanques para recorrer una distancia escasa con recargas más largas de lo que deberían ser.
A todo esto, la principal razón por la que no se habla de hidrógeno y solo se piensa en lo eléctrico con baterías es por la madurez de la tecnología. Cuando se empezó a buscar una alternativa a los motores de combustión interna el hidrógeno estaba demasiado verde como para ser considerado. En cambio, el mundo de las baterías estaba en auge y finalmente fue el camino que todos están siguiendo. Sin embargo, este camino nos está llevando a unos problemas que no se están teniendo en cuenta todavía.
¿Deberían ser todos los coches de hidrógeno?
La respuesta es clara: no. A lo que nos lleva todo esto es a un escenario con varios tipos de combustibles en consonancia. Este investigador me enseñó un gráfico con una discriminación de tecnología por peso del vehículo y distancia recorrida. Así pues, en un escenario urbano el coche eléctrico tiene muchas ventajas, de modo que en coches pequeños que recorren distancias cortas la mejor opción sería un motor eléctrico que se alimentara de baterías. Los coches algo más grandes que realicen trayectos por carretera o algunos kilómetros, como el coche principal de una familia, sería de hidrógeno. Los vehículos pesados, como camiones que recorren largas distancias, funcionarían igual que ahora con motores de combustión interna, aunque repostarían biocombustibles.
Sinceramente y como opinión personal, ese escenario lo veo más realista que utilizar un coche de 2,5 toneladas como son los Tesla para moverse, ya que gran parte de la energía se gasta para mover tanta batería.
Antes de hablar con él mis principales preocupaciones sobre el coche eléctrico eran dos: la evolución de las baterías y la capacidad de la red para abastecer a un parque móvil totalmente eléctrico. Por lo que hablamos no iba desencaminado.
Llenar la batería de un coche eléctrico lleva mucho tiempo. Lo ideal es que todos pudiéramos disponer de un enchufe en casa donde conectar el coche por la noche y recargarlo. El problema es que en España entre el 70 y 80% de los coches duermen en la calle, de modo que como no tiremos un alargador desde el balcón vamos mal para dejarlo enchufado por las noches. Otros países europeos no sufren tanto este problema porque no hay tanta vivienda vertical. Esto significa que los españoles debemos recurrir más a recargar el coche fuera de casa, lo que implica menos tiempo y, por tanto, cargas rápidas. Ahí vienen los problemas.
Por un lado, las cargas rápidas cada vez son más rápidas. El problema es que para que sean más rápidas necesitan más energía y como siempre se pierde algo en forma de calor, al final hay que pensar en sistemas de refrigeración para las baterías, ya que a más energía más calor. Además, las baterías se degradan con facilidad si reciben continuamente cargas rápidas.
Otro problema es la energía necesaria para una carga rápida. En este contexto la demanda de energía es muy alta y, si hay muchos coches, quiere decir que necesitamos poder cubrir una demanda energética muy alta. El problema está en la dificultad de predecir cuándo se van a cargar los coches. Todo esto puede generar picos de consumo en la red eléctrica que la desestabilicen.
Entonces, ¿por qué no utilizamos hidrógeno?
En el hidrógeno contamos con un depósito a alta presión que se rellena en unos minutos, así que nos ahorramos el problema de las baterías. El problema del hidrógeno es que se calienta al llenar el depósito, de ahí que se tarde unos minutos en recargar el tanque ya que hay que controlar la presión a la que sale. O al menos, eso entendí yo.
En otros países va cobrando protagonismo el hidrógeno, pero en España, como siempre, todo llega tarde y mal. Un ejemplo es que Alemania cuenta con alrededor de 50 estaciones de recarga de hidrógeno en funcionamiento, y Japón tiene ya unas 100 estaciones. En España hay 5, todas desactualizadas y una de ellas directamente abandonada.
Como curiosidad, este investigador me comentaba que en España solo hay 2 coches de hidrógeno. Uno de ellos lo tiene un centro de investigación no sé si me dijo de Las Rozas y tienen bastantes problemas para recargar hidrógeno. El campo del hidrógeno ha avanzado bastante en los últimos tiempos, de modo que la presión a la que se almacena el combustible en el tanque ha crecido mucho. Como las estaciones de recarga españolas están desactualizadas eran incapaces de trabajar con las presiones de los nuevos tanques, así que apenas podían cargar una pequeña cantidad de hidrógeno en los tanques para recorrer una distancia escasa con recargas más largas de lo que deberían ser.
A todo esto, la principal razón por la que no se habla de hidrógeno y solo se piensa en lo eléctrico con baterías es por la madurez de la tecnología. Cuando se empezó a buscar una alternativa a los motores de combustión interna el hidrógeno estaba demasiado verde como para ser considerado. En cambio, el mundo de las baterías estaba en auge y finalmente fue el camino que todos están siguiendo. Sin embargo, este camino nos está llevando a unos problemas que no se están teniendo en cuenta todavía.
¿Deberían ser todos los coches de hidrógeno?
La respuesta es clara: no. A lo que nos lleva todo esto es a un escenario con varios tipos de combustibles en consonancia. Este investigador me enseñó un gráfico con una discriminación de tecnología por peso del vehículo y distancia recorrida. Así pues, en un escenario urbano el coche eléctrico tiene muchas ventajas, de modo que en coches pequeños que recorren distancias cortas la mejor opción sería un motor eléctrico que se alimentara de baterías. Los coches algo más grandes que realicen trayectos por carretera o algunos kilómetros, como el coche principal de una familia, sería de hidrógeno. Los vehículos pesados, como camiones que recorren largas distancias, funcionarían igual que ahora con motores de combustión interna, aunque repostarían biocombustibles.
Sinceramente y como opinión personal, ese escenario lo veo más realista que utilizar un coche de 2,5 toneladas como son los Tesla para moverse, ya que gran parte de la energía se gasta para mover tanta batería.